lunes, 17 de julio de 2017

Recuerdo de un Erasmus. Bruselas.

Bruselas, primer y último destino en Bélgica. 
Sus calles fueron nuestras, por un tiempo. Sus días grises, también. 


Ciudad de gofres gigantes, frites y chocolate. Ciudad en la que ser turistas por un rato y a la que volver, una y otra vez, tras descubrir el tren a 1 euro 60. 
Hogar del arte callejero, del Manneken Pis, la Jeanneke Pis y demás estatuas meonas. Lugar de safaris o acuarios en las paredes, calles de Tintín y compañía, edificios de representación de sus mil y una "bandes dessinées".



Allí estuvimos cerca del poder, tan cerca, que hasta lo sentimos real.  Allí nos creímos más europeos que nunca. Casi tanto como españoles, aprovechando hasta el último bolígrafo de propaganda que nos pudimos llevar para material escolar.



Bruselas, fue lugar de volar con la mente a casa, fugaz e imaginariamente, cuando todos los recuerdos eran bien recibidos. De un casi hogar a otro, él de verdad.


Bruselas fue luz y paseos, fotos y risas, saltos y comidas rápidas en el Quick. Bruselas fueron bombones destinados a turistas, que no acabábamos de ser nosotros. Bruselas fue frío, como no, lluvia y tardes oscuras.



Bruselas fue Navidad, con todo su encanto, fueron calles en las que perdernos y terminar en lugares, ni esperados ni deseados. Fue espacio de no aprender a orientarse, de moverse por la Grand Place como Pepito por su casa. Fue punto donde dejar huella.


Bruselas fue espacio de compras, de buscar la mejor tienda de souvenirs o la miniatura perfecta del atomium, que no llegamos a comprar nunca. Fueron tardes corriendo hacia la estación, para no perder el tren que siempre esperábamos coger a última hora. Bruselas fue minutos de espera en los andenes de la estación central, robando wifi del Starbucks mientras saboréabamos unas nuevas patatas fritas de bolsa. Fue, como todo el Erasmus, origen de recuerdos. Tantos, dispersos y alborotados, que me cuesta expresarlos en orden y todos de un tirón. 

Bruselas, fue es, ciudad a la que volver.

martes, 27 de junio de 2017

Recuerdo de un Erasmus. Lo que Liège me dio y lo que Liège me quitó.

Llevo tantos meses dándole vueltas a lo bueno y a lo malo del Erasmus que he podido hacer un perfecto balance de lo que Liège me dio y de lo que Liège me quitó.

Lo primero que me dio, no Liège sino la partida hacia allí, fueron despedidas, lágrimas y la duda de qué pasaría. También me regaló, casi desde el principio, una compañera de viaje, para no empezar sola  la nueva vida. Además, por suerte, Liège me trajo dos andaluces que me acompañarían en mi primera cena de un bocata de jamón, todavía español y así, con el resto del camino.

Liège me dio un rincón, sin sábanas ni almohada, con más arañas de las que se me hubieran podido venir a la cabeza y, además, me sorprendió con el peor casero que os podáis imaginar.

Liège me quitó el mar, que tanto eché de menos y me intentó compensar con un río. Allí ansié el mar. El río no fue suficiente. Para tratar de arreglarlo, me trajo compañía para caminar de vuelta a casa tras cada noche larga de más.


viernes, 23 de junio de 2017

Recuerdo de un Erasmus. París.

París fue, breve y loco. Mi primera aventura del Erasmus y mi primer destino lleno de recuerdos y secretos a mi familia.
Poco más de 3 horas de viaje en Bla bla car con un señor que se le daba por conducir sin manos de vez en cuando. Un destino en mente, ningún lugar dónde dormir. Sorpresas que te dan tus nuevos compañeros de viaje cuando ya no puedes escapar a lo seguro.

París fue una decepción, por poco tiempo, el mismo que tardé en rodear la boca de metro de Trocadero y encontrarme de frente la Torre Eiffel, iluminada y mágica.


jueves, 22 de junio de 2017

Perspectiva de un Erasmus

No es lo mismo el antes, el ahora y el después. Por eso, he decidido dejar, de recuerdo, la perspectiva de mi Erasmus, ahora que han pasado casi 6 meses y la objetividad, creo, que es más real.

Aquí encontraréis los recuerdos de mis viajes y mi experiencia Erasmus así como, en un futuro, de mis futuros viajes.

Un baúl de recuerdos, para mí y quien quiera leerlo.